La tónica que ha regido mi vida desde que me separé hace unos meses ha sido el desenfreno en el amplio sentido de la palabra, combinado con la enfermedad. Yo no soy una persona enfermiza generalmente, pero este invierno no he pasado más de 10 días sin ponerme mala. Y siempre el mismo proceso: dolor de garganta, luego fiebre con catarro, luego catarro de nariz... Yo considero que el origen de casi todas las enfermedades está en nosotros, en nuestra energía, en nuestro cuerpo, en nuestro corazón, en nuestro alma y por eso acudí a mi homeópata tras la última recaída hace dos semanas.
Un tratamiento para subir las defensas y cuidarme muchísimo como estoy haciendo hacen que esté ahora más sana y energética. El otro origen de estos males se halla en el hecho de que no he hecho ningún duelo por mi separación. Duelo no tiene que significar dolor, y es necesario cerrar un ciclo para poder pasar al siguiente. El hombre con el que he compartido mis últimos cuatro años es un ser asombroso, complejo y en ocasiones difícil. Pero ante todo y sobretodo, es un ser lleno de amor e inteligencia, que me ha querido, cuidado y escuchado lo mejor que ha sabido (que es mucho). Me ha aportado con toda su generosidad a su niña, Candela, que guardo en mi corazón junto a él, y viendo ahora algunas fotos, siento su fuerza y su extrema generosidad. Te quiero mucho, Ignacio.
4 comments:
Karen, ¡me has emocionado!, ¡de veras!
No sé qué decir. Gracias, Xavi.
Vaya... a mí también... tengo hasta lagrimillas en los ojillos... (sñiff!!)
Yo tambien te quiero, tonta.
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