Yo no sé por qué este surrealismo en mi vida. Mis amigos Marta y Carlos me han prestado una bici en desuso que tienen, y estoy emocionada como un niño con zapatos nuevos. Es cierto que montar en bici no se olvida nunca. Ahora bien, arreglar un pinchazo, hinchar una rueda o meter la cadena cuando se sale... eso es otro cantar. Y cuando voy montada hacia adelante, bien. Ahora maniobrando de pie para sacarla de algún sitio, soy tan chunga y peligrosa como cuando llevo esquís recién afilados.
Y el surrealismo viene por lo siguiente.
Primera excursión al mundo exterior con la bici, y a una manzana de la terraza donde me estaba tomando algo con Marta y Carlos, se me sale la cadena. Mi reacción; ¡pues llamar por teléfono! ¿Pero en qué clase de pija urbanita me he convertido? Alguien me decía: "¿y a quien llamabas, al RACE?". No, hombre, a tito Carlos y Marta para que me rescataran. Y mientras les iba contando lo que me había pasado y se morían de la risa (habían pasado 30 segundos desde que me había despedido heroícamente de ellos, con salvas de cañonazos incluídas), un caballero que estaba aparentemente bajando de un coche (una pierna en el suelo, la otra dentro del coche, la puerta abierta), me escucha y dice: "¿Se te ha salido la cadena? Te ayudo." Y de un portazo cierra la puerta. Por un instante me asusto pensando que se había pillado la pierna con la puerta (ya sabes, saca todo tu cuerpo de un vehículo antes de cerrarlo de un portazo), hasta que a saltos el amable y heróico señor cruza la calle sobre la única pierna que poseía con un papelito en la mano para no pringarse los dedos al meter la cadena en su sitio.
Cuelgo a Marta y empezamos la vasculante maniobra de intentar meter la cadena, además viene un coche y yo me he parado en el puto medio, claro está, y soy malísima sujetando a la bici, y encima el señor no es el colmo de la estabilidad con su única pierna. Nos apartamos y en un arranque de genialidad, saco la pata de cabra de la bici, y digo: "Ya está, estabilizado". Y el tipo me contesta: "no, si el que necesito apoyarme soy yo". Y después de mover la bici hasta un coche cercano para que él pudiera apoyarse y meterme la cadena (de la bici, eh), le agradecí su ayuda y me alejé pedaleando roja como un tomate y flipando con una Owensada más en mi historial...
Y encima ahora voy en bici por Madrid, qué peligro.
5 comments:
Todo un señor solidario, ese caballero que te metió la cadena por algún lugar extraño... se merece una medalla colgada de otra cadena... en serio, me ha parecido un gesto entrañable...
Espero, Doña Güevos, que nos cuentes con todo lujo de detalles, cómo fue recibida "PRÓXIMA" en Londres...
Bueno, ¿qué tal "Próxima" en London? Queremos un post-crónica ¡YA!
Uarg.
Lo de la bici y el caballero andante que acudió presto en tu ayuda, auténticamente surrealista, propio de un programa de cámara oculta, para liar a una famosa e inocente actriz. En suma, una auténtica Owensada.
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