De mayor quiero ser tu albornoz.
Así, cuando salgas de la ducha, desnudito, te abrazaré por detrás dándote calorcito y como eres peludico y yo tendré la piel de toalla, nos quedaremos pegados como un velcro gigante y no me podrás arrancar. Tendré que ir sobre tus hombros a todas partes y para pasar el tiempo, te chuparé y mordisquearé esa oreja de chicle que venero.
Ahora bien,
si tú también quisieras
ser mi albornoz,
al salir desnudos de la ducha
(en la que habríamos hecho el amor
a la que habríamos entrado
después de hacer el amor)
los dos querríamos
ser el albornoz del otro
y la lucha sería toallil
y suave, pero implacable...
piel sobre piel sobre piel,
lo que, irremediablemente
nos llevaría a hacer el amor,
tras lo cual,
querríamos ducharnos de nuevo,
(en la ducha volveríamos a hacer el amor)
y a la salida de la ducha...
¿Habrá cesado la pugna por ser albornoz?
Este, amigo mío, es un delicioso bucle en el que no me importaría entrar.
Albornoces Sin Fronteras.
Así, cuando salgas de la ducha, desnudito, te abrazaré por detrás dándote calorcito y como eres peludico y yo tendré la piel de toalla, nos quedaremos pegados como un velcro gigante y no me podrás arrancar. Tendré que ir sobre tus hombros a todas partes y para pasar el tiempo, te chuparé y mordisquearé esa oreja de chicle que venero.
Ahora bien,
si tú también quisieras
ser mi albornoz,
al salir desnudos de la ducha
(en la que habríamos hecho el amor
a la que habríamos entrado
después de hacer el amor)
los dos querríamos
ser el albornoz del otro
y la lucha sería toallil
y suave, pero implacable...
piel sobre piel sobre piel,
lo que, irremediablemente
nos llevaría a hacer el amor,
tras lo cual,
querríamos ducharnos de nuevo,
(en la ducha volveríamos a hacer el amor)
y a la salida de la ducha...
¿Habrá cesado la pugna por ser albornoz?
Este, amigo mío, es un delicioso bucle en el que no me importaría entrar.
Albornoces Sin Fronteras.
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