Barcelona es una ciudad irrepetible que se repite todo el rato, porque todas las manzanas son iguales. Tiene una energía que a mí me sube el líbido. Estos días he barceloneado mucho. Por las mañanas con mi amigo y corazón con ojos Manuée, Barceloneamos en un radio de treinta metros abriéndonos paso caña tras caña, y preguntándonos porqué se nos había ocurrido ir a la Ciudad Condal la semana antes de las elecciones. Desde luego que son apasionados estos debates, y ahora que ya he sido informada, votad a Ciutadans.
Y resulta que en Barcelona viven unos seres de otra galaxia que tienen gatos que parecen ambulancias y que pensaron que yo era un gato también, y por eso me llevaron a comer marisco (véase foto). No salieron de su error (realmente me hablaban y acariciaban como si fuera su gato) hasta que les llamé por teléfono, recordándoles que tenía que coger un avión y que me habían dejado encerrada gateando.
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